Eli Bravo
El Universal / ND
No tumben el satélite
Julio 25, 2009
La radio en la que me formé era encantadora y artesanal. Dependía de agujas, cinta adhesiva, cuchillas y conexiones analógicas. A mediados de los 80, trabajar en Radio Capital era para mi estar cerca del cielo. Pocas emisoras de Venezuela tenían su calidad de talentos y producción. También sonaban duro YVKE, Rumbos y Continente. Aquel era un tiempo de estaciones AM circunscritas al mercado caraqueño. En el interior la historia era similar: cada emisora llegaba hasta donde le permitía su señal.
opinan los foristas
En los siguientes 10 años la revolución fue asombrosa: se aprobaron las FM, ocurrió la digitalización y se ensamblaron los primeros circuitos. A mediados de los 90 las emisoras comenzaron a enlazarse por satélite y la industria de la radio dio un salto cuántico. Capacitadas para transmitir a los principales mercados del país, las radios crearon esquemas de comercialización más sólidos para captar a los grandes anunciantes. Esto permitió contratar más personal, atraer mejores talentos y elevar los estándares de producción. Al entrar el siglo XXI la radio venezolana se había alargado los pantalones para medirse ante el resto de la industria en América Latina.
Todo eso pasó ante mis ojos y los oídos del público. Recuerdo la mañana cuando el operador me dijo “estamos conectados al satélite” y desde el estudio de La Mega en Caracas fui capaz de hablar con oyentes en Maracaibo o Valencia o Barquisimeto. Desde entonces el viaje ha sido cada vez más fascinante, al punto de haber realizado desde Miami, en vivo y directo y durante ocho años, un programa que se escuchaba en 9 ciudades del país. De no haber existido el músculo financiero de un circuito como Unión Radio y la robustez de una industria radial moderna, libre y con deseos de crecer, tal aventura no hubiese sido posible.
Los años de Radio Capital los atesoro con el cariño que guardamos por la primaria. Pero afortunadamente la radio dejo de ser local y artesanal para convertirse en un medio global, dinámico y con visión empresarial, beneficios que no solo disfrutamos los radiodifusores, sino especialmente el público. No me queda duda de que la radio actual está mejor adaptada a los tiempos que corren, y lo más importante, tiene una gran diversidad, capaz de llevar a cada público, una programación según sus gustos y necesidades.
Es por ello que si toca hablar del radiocidio en curso, y queremos hacerlo al margen de la política, basta escuchar la evolución de la radio desde el momento en que subió al satélite y pudo soñar en grande.
¿Como oyente, desea usted una involución? Eso es parte de lo que está en juego.
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